Este nuevo trabajo para su amigo y principal colaborador Steven Spielberg (llevan trabajando juntos desde principios de los setenta, de hecho Williams ha compuesto la totalidad de bandas sonoras de las películas del director norteamericano con la excepción de El color púrpura) nos trae el lado de compositor más introspectivo y solemne. Un trabajo para escuchar con atención, una música sencilla que no simple, con especial cuidado en los instrumentos solistas, hasta cinco aparecen destacados en los créditos, interpretado por la Chicago Symphony Orchestra en aras de lograr una mayor calidez, coherencia y atención a los detalles por parte de los músicos.
El tema que os presento corresponde con el final de la película y es una larga suite de once minutos donde se recogen los principales temas de la película, pasando de lo íntimo a lo épico, transmitiendo paz y solemnidad. Once minutos a modo de poema sinfónico, de modo que por sí solos son capaces de narrarnos una historia. Once minutos para olvidarse del mundo exterior y sumergirse en este gran trabajo del maestro John Williams.
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